Clamoroso en el estadio Via del Mare: Milan, de visita a Lecce, remontó los goles de Guillermo Giacomazzi, Massimo Oddo (de penal) y Carlos Grossmüller y hasta dio vuelta el marcador gracias a un triplete de Kevin Boateng y a un tanto de Mario Yepes.
De esta manera, en la espera de los otros partidos de la fecha, los rossoneri se treparon al tercer escalón de la tabla, que por ahora comparten con Lazio y Cagliari, todos con 11 unidades, mientras que el conjunto local se quedó decimoséptimo con 4 puntos junto a Inter y Bologna.
El match fue simplemente increíble, con dos caras opuestas, una por tiempo. Al final, el Diávolo mereció el triunfo, si bien corrió un grande riesgo y por lo visto en el primer tiempo Lecce hubiera merecido algo más.
En efecto, en los primeros 45 minutos Lecce le pasó por arriba a su rival, corriendo más y mejor, gracias a un control total de la media cancha. El dominio rojoamarillo fue absoluto, pero el equipo de Di Francesco necesitó de una jugada de pelota parada para destrabar el marcador.
En la ocasión, en jugada de tiro libre, Yepes se lo perdió a Giacomazzi y el uruguayo pudo mandarla a guardar tocando cuanto alcanzaba el esférico para rendirle imposible la atajada a Abbiati.
Milan quiso reaccionar, pero el cuadro visitante se vio partido en dos, con los siete jugadores de la defensa y del medio muy atrás y lejos de los tres de adelante. Así, cada jugada de ataque de los rossoneri dependió únicamente de Ibrahimovic, Cassano y Robinho, pero los tres se vieron muy imprecisos y no pudieron crear casi nada.
Lecce siguió jugando con un gran ritmo y tras haber creado algunas jugadas peligrosas, en un córner desde la izquierda Abbiati despejó corto, se lanzó para buscar la pelota y Corvia se fue directamente al piso, sin razón, chocándose en el portero visitante. El referí dio increíblemente penal, para que Oddo transformara el disparo desde los once metros en el 2 a 0.
Ese tanto, a la media hora, fue seguido por el de Grossmüller siete minutos más tarde, fruto de una definición certera del uruguayo mano a mano contra Abbiati, tras una jugada muy confusa en la que los errores de la defensa rossonera fueron incontables.
En el entretiempo, Allegri finalmente se decidió a devolverle un poco de calidad a la línea de volantes (y a todo el equipo), poniéndolos a Boateng y Aquilani por Robinho y Ambrosini. Las movidas dieron frutos inmediatos, cuando Aquilani recogió un despeje en jugada de córner desde la derecha y puso un centro hacia el segundo palo, encontrándolo solo a Boateng quien despachó un zurdazo poderoso y quirúrgico que se metió cerca del cruce de los palos más lejanos.
El descuento y la reencontrada calidad le dio confianza a Milan, que por encima tuvo mayor disponibilidad de maniobra gracias al evidente bajón de los locales, incapaces de seguir jugando con el ritmo del primer tiempo y que, probablemente, habían regresado a la cancha con la intención de controlar el juego sin correr tanto como al inicio.
Así, Milan empezó a empujar y al décimo minuto metió el segundo, otra vez firmado Boateng: en la ocasión, el ghanés, parado algunos metros afuera del área, algo por izquierda, recibió un apoye por parte de Cassano y sacudió un derechazo de primera intención que salió derecho como un misil y se clavó abajo del travesaño, cerca del poste más cercano.
Otra vez Boateng golpeó, ocho minutos más tarde: esta vez, tras un buen esquema en jugada de tiro libre, Boateng hizo una torre para Abate, el italiano remató, el balón rebotó en un defensor y le quedó justo ahí al ghanés, quien definió con un remate de interno derecho rasante que el portero no pudo sacar.
Encontrado el empate, Milan bajó por algunos minutos la presión, para respirar un poco, y Lecce intentó aprovecharlo para salir nuevamente al ataque. Sin embargo, la nueva disposición de los rossoneri les permitió cuidar mucho más la defensa, para salir con mayor claridad y eficacia cada vez que se recuperó el balón.
Así, cerca de la media hora el Diávolo empezó nuevamente a atacar con todo y, al final, al minuto 38, llegó el 4 a 3 con una buena jugada en la que Nocerino recogió un despeje corto de la defensa, tras un córner rossonero, y lo habilitó bien por izquierda a Cassano, quien pudo un gran centro alto sobre el segundo palo para un toque simple de cabeza de Yepes.
En lo que quedó del partido el conjunto de Allegri administró bien el trámite y no arriesgó más nada, poniendo en el banco un resultado demasiado importante, sobre todo por como maduró, como para poderlo desperdiciar.
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