El drama de Del Piero viene a demostrar que poner punto final a diecinueve años de relación es una tarea condenada al fracaso. Precisamente en Roma, ciudad eterna, Alessandro se quitó para siempre la camiseta de la Juventus. Su despedida fue amarga porque la Copa fue para el rival, el Nápoles, en una final en la que apenas apareció y no hace justicia a una trayectoria de casi dos décadas al máximo nivel.
En realidad, la despedida de Alessandro Del Piero comenzó el pasado 8 de septiembre. Aquel día se inauguraba el nuevo estadio de la Juventus en Turín y el club quiso que las palabras de bienvenida las pronunciasen Del Piero y Giampiero Boniperti. Las dos leyendas del calcio mantuvieron una emotiva conversación en el centro del campo interrumpida una docena de veces por un estadio entregado. Las sospechosas lágrimas en el palco del presidente, Andrea Agnelli, daban pistas del drama que tendría que afrontar la Juventus este curso. Del Piero hizo un bonito repaso a su trayectoria y la historia del club y pasó el testigo a Boniperti, que cerró con una frase que define a la Vieja Dama italiana: «Ganar no es importante, es la única cosa que cuenta».
Fue un final amargo a 705 partidos con la misma camiseta. Del Piero apenas apareció en un choque tosco que supo jugar mejor el Nápoles. Asfixiado por la presión defensiva, tocó su primer balón casi en el minuto 20 de partido. Tuvo la ocasión de marcar el último gol al filo del descanso, todavía con empate en el marcador, con una falta lejana que supo despejar el guardameta rival. Tras el descanso llegó el gol de Cavani. Antonio Conte, compañero de vestuario durante años de «Pinturicchio» y ahora entrenador, decidió cambiar a Del Piero en el minuto 68 de partido. Quizá lo hizo con aquella frase de Boniperti en mente. Pero el guión no cambió y fue el Nápoles el que se llevó el último título del curso.
Un año casi perfecto
Tras el pitido final «Ale» fue al fondo sur del estadio y visiblemente emocionado quiso agradecer por última vez el apoyo a una afición que nunca ha abandonado al equipo. Tampoco lo ha hecho el caballero Del Piero, fiel a la Dama de Italia tras el descenso a la Serie B por el escándalo del Calciopoli. Ahora se marcha por mandato del presidente un tanto asustado por lo que vendrá, aunque tiene claro que su futuro sigue en un terreno de juego. Suenan Dubái y Estados Unidos como posibles destinos, aunque él no ha querido hablar nunca de su vida después de la Juventus, donde siempre soñó colgar las botas.
«Todo lo que ha sucedido en estos 19 años ha sido maravilloso, obviamente me imaginaba una noche diferente, pero así son las cosas», explicaba anoche. No se recordará el partido de Roma como su despedida, sino el último partido de liga contra el Atalanta, el día que marcó su último gol. Un adiós casi al nivel del de Roberto Baggio en aquel Milán-Brescia en San Siro con el imborrable abrazo de Paolo Maldini.
Pese a todo, la derrota ante el Nápoles no emborrona la última temporada de una Juventus invencible en la Serie A que ha reconquistado por fin el Scudetto, el número 30 según las propias cuentas del club que lucha en los juzgados para recuperar los desposeídos a cuenta del Calciopoli. Del Piero ha celebrado ocho de ellos sobre el campo, como la Copa de Europa del 96 en aquella agónica tanda de penaltis contra el Ajax o la Intercontinental de ese mismo año que levantó la Juventus gracias a un gol de «Pinturicchio», bautizado así por Giani Angelli, patrón de la Fiat y recordado dirigente del club.
De Foggia a Roma
El 30 de junio expira el último contrato de Del Piero a la Juventus, a la que llegó a los 18 años gracias precisamente por medio de Giampiero Boniperti y tras rechazar al Milán. No tardó en despuntar con el equipo juvenil y el 12 de septiembre debutó con el primer equipo ante la Unione Sportiva Foggia. A los tres días debutó en la Copa de la UEFA y una semana más tarde llegó el primero de 290 goles.
Marcello Lippi, ahora en China, decidió a su llegada un año más tarde que el tiempo de Roberto Baggio se había acabado porque el chaval llamado Del Piero tenía demasiada clase como para quedarse en el banquillo. Aquel año la Juventus levantó el doblete y Alex dio las primeras señales de su especialidad en marcar goles en momentos decisivos, muchos de ellos con su característica rosca que lanzamientos de falta. Tras la Champions y la Intercontinental Del Piero tuvo que hacer frente a una grave lesión que le mantuvo alejado del césped durante nueve meses. Algunos dudaban que pudiese recuperar su toque, pero demostró su carácter el 18 de febrero de 2001 en Bari al dejar un golazo de falta -su gran especialidad- para la videoteca y la memoria de su padre, muerto unos días antes. Por eso celebró el gol con tanta rabia.
Del Piero vivió los peores momentos de la Juventus con el Calciopoli que arrastró al equipo a la Serie B. Desde el primer minuto dejó claro que él se quedaría en el equipo. Y el capitán se tornó en mito aquella temporada, que acabó como máximo goleador. En el Bernabéu vivió uno de sus momentos más dulces como futbolista tras marcar un histórico doblete y salir ovacionado del Santiago Bernabéu. Los últimos años le han servido a Del Piero para batir todos los récords del club. Más partidos y más goles que nadie, por encima de leyendas de otra época como Gaetano Scirea, Roberto Bettega, Giampiero Boniperti o Dino Zoff. En este último año ha sumado su último título a las órdenes de Antonio Conte, el segundo juventuno con más títulos de la historia. Como diría Karanka el fútbol no se acaba, pero nadie duda que el calcio no será lo mismo con Del Piero lejos de la Juventus.
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