En el último partido de la tercera fecha (la segunda disputada a causa de la huelga), disputado en el bello estadio San Paolo, Nápoli le ganó a Milan por 3 a 1 de remontada, con un triplete de Edinson Cavani para dar vuelta el tanto de Alberto Aquilani.
De esta manera, el Burro mantiene la cabeza de la tabla, que comparte con Juventus, Udinese y Cagliari, todos claramente con seis puntos, mientras que los rossoneri, con una sola unidad, se ubica en el largo grupo de los onceavos.
El match fue realmente extraño, porque al principio los locales dieron la impresión de estar asustados y de no tener la fuerza para jugarle a los campeones de Italia, que por un cuarto de hora hicieron lo que quisieron.
En efecto, el Diávolo empezó el match a puro dominio, con mucha posesión del balón, jugando con un ritmo lento y sin subir presión, lo que le permitió moverla como mejor le caía. Así, al minuto once, Cassano recibió sobre el vértice derecho del área y puso un gran centro para que Aquilani pudiera conectar con un gran palomita y anotar el 1 a 0.
Nápoli tuvo la suerte de igualar 120 segundos más tarde, en jugada de pelota parada: Lavezzi metió el centro, Maggio hizo una gran torre y Cavani, de volea, sacudió un zablazo que se coló por abajo de las piernas de Abbiati.
El empate equilibró mucho el desafío, que se trabó un poco y regresó a jugarse con una baja intensidad, si bien esta vez los celestes no se pararon tan bajos y molestaron mayormente la maniobra de sus rivales.
Paulatinamente los muchachos de Mazzari comenzaron a aumentar las revoluciones y a presionar a los volantes milaneses, obligándolos a cometer muchísimos errores. Milan así comenzó a perder cada vez más rápidamente el balón, hasta cuando, el minuto 36, Gárgano robó sobre su "trescuartos", lo pasó a Van Bommel con una facilidad bochornosa y, llegado casi a la media luna rival sin oposiciones, la entregó por izquierda a Cavani.
El Matador se demostró otra vez más digno de su apodo: con un paso se coordinó y de primera intención le pegó con un fierro con su derecha, enviando un misil inatajable hacia el primer palo defendido por el inculpable Abbiati, anotando el 2 a 1.
La visita, sin merecerlo, tuvo al rato una grande chance para empatar el marcador: otra vez Cassano inventó para Aquilani, pero como había pasado en San Siro ante Lazio, el joven romano se dejó tapar el mano a mano por el portero, desperdiciando la buenísima ocasión.
El complemento se abrió con un Nápoli a gran ritmo, que a lado de un Milan lento y cansado parecía un Ferrari compitiendo contra una FIAT. Así, al sexto minuto llegó el tercero de Cavani y de su equipo: el uruguayo armó, abriendo para Lavezzi, se metió en el área justo en el sitio ideal para recoger el corto despeje de Nesta y con una volea de zurda mandarla a guardar a la derecha del portero visitante.
Faltaba media hora para el final del match, pero Milan nunca cambió ritmo y raramente logró darle alguna molestia a la defensa celeste. Al revés, el conjunto local tuvo más de una chance para tragedia.
Milan perdió el match sobre el plano físico y en el medio de la cancha, pero lo que preocupa mayormente es que el equipo de Allegri no supo reaccionar ni cambiar ritmo ni tampoco cuando perdía por tres goles. Una actitud increíble, que no dejó la impresión de un equipo que no tenía nafta en sus piernas.
Nápoli, en cambio, tuvo demasiado "respeto" de su rival: de haber jugado enseguida como sabe, nunca se hubiese encontrado en desventaja y hubiese podido realmente golear. Además, ante un equipo en tan evidente dificultad, no se puede renunciar tanto al balón arriesgando de regalarle la chance a sus rivales de recuperar el partido.
Sin embargo, en parte fue inexperiencia pero en parte fue también inteligencia táctica, puesto que el Burro ganó con lo justo, nunca se desmoralizó ni perdió la cabeza, reaccionó bien a la desventaja, arriesgó muy poco en el complemento y administró con categoría la ventaja.
Una categoría que, junto a este importante resultado, nos lleva a pensar que este Nápoli está finalmente maduro para poder pelear y, quien sabe, hasta para ganar el Scudetto.
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