En un partido de la segunda jornada del campeonato italiano de fútbol, que en efecto fue la primera en disputarse puesto que la anterior no se jugó por la huelga de jugadores, Cagliari como visitante venció a Roma por 2 a 1: Daniele Conti puso arriba a la visita, Mostapha El kabir festejó su debut anotando el segundo y Daniele De Rossi, en el último segundo de descuento, le dio cifras definitivas al marcador.
Con este resultado, Cagliari suma tres puntos y comparte la primera posición con otros cuatro equipos, a saber Juventus, Nápoli, Fiorentina y Udinese, mientras que Roma está último en la tabla y comienza de la peor manera el campeonato.
Roma se paró con el 4-3-3 de inspiración blaugrana que pretende su entrenador, pero las comparaciones con el gran Barcelona se acabaron ya en los primeros segundos: demasiado lenta la maniobra, demasiado nuevos en el equipos (cinco debutantes absolutos (Stekelenburg, Angel, Heinze, Pjanic y Bojan) y además Osvaldo, a su estreno con la camiseta giallorossa, demasiados jugadores afuera de su posición natural como para que el juego fluyera.
Así Cagliari, que presentaba la única novedad del delantero brasileño Thiago Ribeiro, formando la pareja ofensiva con su compatriota Nené, no tuvo problemas para controlar los embistes del local y, paulatinamente, fue equilibrando el encuentro.
El primer tiempo no regaló casi nada para el espectáculo: apenas un cabezazo de Osvaldo, quien naturalmente tendía a correrse hacia el medio puesto que es un nueve y no un externo, aprovechando un lindo centro desde la derecha de Totti, centrodelantero retrasado sobre el papel pero jugador de toda la cancha en la práctica.
Sobre el final del tiempo, a demostración del equilibrio logrado, Cagliari tuvo dos clarísimas: primero el remate de Ribeiro, que Stekelenburg envió al córner con esfuerzo y, como consecuencia de ese tiro de esquina, el "remate-centro" de Biondini que se estampó en el travesaño, con el arquero vencido.
En la segunda etapa, Roma pareció salir con más decisión y, sobre todo, más velocidad, pero fue apenas un espejismo. Los dos laterales, Rosi y Angel, jugaron casi en línea con los volantes y, de hecho, el debutante español era quizás el mejor en la cancha por su empuje por el carril izquierdo, pero peligros verdaderos nunca hubo, máxime por la pésima tarea de Bojan, prácticamente invisible.
Al punto de que el primer cambio de Luís Enrique fue justamente el de Borriello por el español. Roma ganó peso ofensivo y el recién ingresado tuvo enseguida una ocasión de gol (otro lindo centro de Totti desde la derecha y toque por el segundo palo del delantero; muy atento estuvo Agazzi, la figura del partido), pero desde el punto de vista táctico se desdibujó aún más, con Borriello y Osvaldo que chocaban entre sí en el área.
Otra vez Cagliari fue tomando confianza, máxime luego del ingreso del debutante colombiano Segundo Ibarbo, quien lució buena técnica pero nos pareció muy livianito, al igual que Ribeiro,a quien remplazó. Así, no sorprendió el gol visitante, que paradójicamente llegó por el error del mejor entre los giallorossi, Angel, quien despejó de cabeza el centro desde la izquierda de Agostini pero lo hizo hacia el medio, dejándole el gol servido a Daniele Conti.
Para peor, el defensor español, un minuto después, terminó de embarrarla: se fue hasta el fondo, perdió con Pisano y, desde el piso, le aplicó un patadón de atrás al rival, que el referí castigó (quizás con excesiva severidad) con la roja directa.
Con hombre menos, Luís Enrique perdió la cabeza y metió a un volante, Gago, por un defensor, Rosi. El equipo no produjo casi nada en ataque pero quedó expuesto a las contras y los espacios los aprovechó muy bien el recién ingresado El Kabir, quien cerró una corrida por derecha con un remate cruzado y rasante para anotar el segundo.
Tortilla cocinada y servida, porque ya no había tiempo para remediar, a pesar de los cinco minutos de descuentos concedidos por el árbitro. En efecto, cuando ya se habían recuperado seis, es decir inclusive uno más, Totti remató un tiro libre al palo del arquero Agazzi quien, en su primer y único error del partido, dio rebote, permitiendo el fácil gol de tap-in de De Rossi, pero el referí pitó el final sin siquiera permitir que el juego se reanudara.
En suma, una Roma fumosa y livianita, sin ideas y con poca movilidad, y un entrenador que desmotró entender muy poco (pero eso ya era sabido) del "torneo más difícil del mundo": ante un Cagliari no trascendental, terminó perdiendo con justicia por la inconsistencias de sus ideas y la incapacidad de tomar las medidas correctas en el curso del partido.
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