En la “Italia del Renacimiento”, que brilló en la Eurocopa llegando a la final, se destacó Andrea Pirlo, que a sus 33 años les mostró a los que lo daban por acabado que sigue siendo un armador de lujo, aunque ayer se marchó llorando con el orgullo de un campeón sin corona.
La dura derrota 4-0 ante España lo vio despedirse entre lágrimas, como un niño sin premio, que merecía salvarse de la catástrofe que vivió la azzurra.
Ha sido, sin duda, una temporada inolvidable para el elegante centrocampista, que ya guió a la Juventus a otra reconquista, la del título liguero en la Serie A, donde el equipo de Turín reinó como en sus mejores días, superando el pulso final con el Milan.
Hace dos años, en el Mundial 2010, Pirlo vivió uno de los momentos más duros de su carrera, cuando se hundió en la primera fase del torneo, entre la mediocridad general, en una llave que parecía asequible.
Los debates en la prensa italiana no se hicieron esperar y varios jugadores del equipo recibieron fuertes críticas, entre ellos Pirlo, al que más de un analista dio por acabado, pero él reaccionó con rabia.
En el campo, Pirlo es un centrocampista elegante, con una visión privilegiada y una sangre fría dentro del rombo que diseñó Cesare Prandelli y que tan buenos resultados dio en este torneo.
Le faltó subir el último peldaño para lograr el sueño de ser campeón de Europa y así ser calificado como un campione di tutto.
Los que brillaron y los que se fueron
Los españoles Iker Casillas y Andrés Iniesta y los italianos Andrea Pirlo y Mario Balotelli fueron de los puntos más altos. Algunos expertos llegaron a decir que el torneo se jugó al ritmo de Pirlo.
La Eurocopa despidió del ámbito internacional a algunos astros como el ucraniano Andrei Shevchenko, Balón de Oro-2004, el checo Milan Baros, revelación del Europeo 2004, o el holandés Mark van Bommel, y a otras figuras con extensa trayectoria.
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